jueves, 18 de agosto de 2005

Roc San Cayetano



Escribo desde mi rinconcito en Tarragona: este lugar sigue trayéndome una paz increíble. Por fin pisé la playa y me sumergí en el mar, aunque el día elegido fue uno de los peores y anuló todo el "romanticismo" del momento. Éso y que íba con los peques, por un momento creí que podría leer algunas páginas y escuchar música: ¡Incrédula de mí! Así que a la que el libro empezaba a crujir de la cantidad de arena acumulada en sus páginas lo cerré y me coloqué en la posición de "mamá que quiere broncearse sin perder de vista a sus churumbeles". ¡Imposible lo de no tener marcas así!

Puse en práctica mi juego favorito; el de observar. Siempre me acuerdo aquí de las historias del Profesor Cojonciano (El Jueves); de los estereotipos playeros, las conversaciones "privadas" de las marujis de al lado, los niños comiendo sandía fresquita, la pareja discutiendo o dándose el lote, la niña borde que le suelta al novio un despectivo "Immmbecil" por no ponerse de acuerdo en el sitio a montar el campamento, mientras el susodicho carga con el ridículo perrito de la nena dispuesto a morir deshidratado bajo la sombrilla, los adultos volviendo a ser niños rebozándose en la arena y las mamis estupendas, más atractivas si cabe por el hecho de haber parido y conservar el tipillo, el señor del peluquín cómodamente sentado a la orilla simulando a un lobo de mar y los papis atractivos, al pie de la orilla, controlando los juegos, los de sus hijos y los de las miradas que de tant en tant se cruzan silenciosamente con alguna que otra.

Ahora tenemos un vigilante de la playa, pero nada que ver con aquellos musculitos tan activos de la tele, al contrario, juraría que éste se echa una siestecita en esa silla tan alta desde la que vigilan los peligros que acechan a los bañistas. 

Este rinconcito es tan pequeño que con un par de días ya te suenan todas las caras y todo el mundo tiene una parcelita de arena adjudicada. A mí me va bien porque así me guío por los colores de las sombrillas para ubicarme, ya que la mía, siempre acaba volando con la consecuente vergüenza de tener que correr tras ella deseando que no haya atacado a nadie. 

Llevo tantos años por aquí, tantos juegos, amores, desamores que siempre me acuerdo de las mismas personas. La vista sigue siendo la misma, los paseos con el mismo recorrido, los comentarios de las visitas que llevas los mismos. Aunque estoy muy acostumbrada, siempre me dejo llevar y lo vuelvo a disfrutar como la primera vez.


Motime - DIY
18 August 2005