El primer fin de semana de octubre está siendo muy
intenso para mí. Todos mis planes no incluían compañía de ningún tipo aparte de
la mía, por eso viernes noche no quise salir, quería descansar y estar sola. No
pude ver “Un día de violencia” por lo mismo del título, no me apetecía que la
violencia fuera la última cosa que quedara en mi subconsciente antes de ir a
dormir. Últimamente tengo mucho miedo por las noches, lo que contribuye a mi
insomnio. A esas horas no tengo voluntad y me dejo llevar por casi lo que sea,
así que algunas noches me dejo llevar por él, por el miedo y, la mayoría de
veces, me puede.
También decliné la barbacoa del sábado y volver a
salir por la noche. Estoy cansada de hacer siempre lo mismo, con la misma gente.
Como muchos de nosotros empieza una colección en setiembre, yo necesito cambiar
de aires, aunque sea de manera temporal. De ahí la danza oriental, me tiene muy
ocupada intentando aprenderla.
Dos veces había leído lo de la exposición Bamako’05
en el CCCB y pintaba bueno, así que en cuanto vi que la Soledad estaba
aparcando en la calle y la Melancolía había venido en moto, me escapé de casa,
a viajar; bus, tren, metro y África contemporánea. Me gustó, disfruté y decidí
que iba a hacer esto muy a menudo este invierno. Mi idea no era visitar la de
Chernóbil, pero entraba en la entrada así que decidí dar una vuelta rápida. Sin
embargo, ahí me quedé más tiempo, sobretodo en la sección de dibujos de los
niños, viendo como reflejaban sus miedos a lo pasado y lo feo que veían el
suceso, y en la de la gente que decidió volver a sus casas aún
sabiendo que compraban un billete sin retorno a la muerte. Creo que yo hubiera
hecho lo mismo, pensé. Es muy triste tener que renunciar a toda tu vida por
algo así.
Al paseo de más tarde, se me unió la amiga mística.
Buscamos un par de tiendas de ropa oriental. No es que vaya a invertir ahora
dinero en esa ropa pero la verdad es que necesito algo que se mueva más al
compás de la música, así parecerá que hago algo más de lo que en realidad sé. Olvidé
decir que me acoplo a un grupo que lleva cinco meses aprendiéndolo así que
esto, añadido a mi perfeccionismo, hace que me cuando la profe diga “ahora el
péndulo”, yo mire el reloj de la pared pero vamos, que ganas le sigo poniendo .
Ya hacía mucho tiempo que no tenía agujetas en las caderas (aunque la razón sea
algo distinta). Sigo sin ganas de sucedáneos y bajos en cafeína. Cansada, sigo
cansada.
Le propuse ir al cine si nuestros pies aguantaban
unas horas más, a ver “Las partículas elementales”. Me da rabia, porque no he
tenido oportunidad de leer el libro, pero creo que con lo compleja que es su
lectura, me ayudará el haber visto la película. Es dura. Salí del cine creyendo
que es verdad, que en algún lugar hay alguien a medida para nosotros, sino al
100%, alguien con el que puedas compartir algo importante o alguien que haga un
esfuerzo por conocerte un poco mejor, alguien que venga con algo de lo que tú
careces.
Conocí a un granadino de lo más simpaticote, que
acaba de quedarse con uno de los bares más antiguos de mi ciudad. Dice que va a
poner tapas andaluzas. Yo le explico que he pasado unos días en Almería. Más
tarde, la mística me invita a una conversación sobre nosotras. Según ella, hay
muchas cosas que yo hago que ella no las haría nunca, por ¿pudor? ¿timidez?. Le
pido un ejemplo y me da ése mismo; hablar con desconocidos, ya sea hombre o
mujer, sacar una conversación de donde sea. Tiene una explicación, me molestan
los silencios, no los que has buscado para disfrutar sino esos en los que no
hay nada qué decir. Si puedo, siempre
los rompo.
Me metía en la cama pronto para ser sábado pero tan
cansada y contenta de que todo me hubiera salido bien, que no tuve miedo y
tampoco soñé, así que he dormido hasta que mi cuerpo ha dicho basta, a eso de
las diez y pico. Las dos únicas llamadas del día han sido malas noticias.
He seguido con mi rutina. Con los grupos que más me
han llamado la atención últimamente en el Ipod, y lo he puesto a todo volumen
mientras limpiaba encantándome con chorraditas también. Cuando han llegado
los peques, sonaba Editors, y a ellos también les gusta, así que tan solo he
bajado el volumen, Editors ha seguido sonando el resto de la tarde...
"Las
palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son
elegantes". (Lao-Tsé)