domingo, 8 de octubre de 2006

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El primer fin de semana de octubre está siendo muy intenso para mí. Todos mis planes no incluían compañía de ningún tipo aparte de la mía, por eso viernes noche no quise salir, quería descansar y estar sola. No pude ver “Un día de violencia” por lo mismo del título, no me apetecía que la violencia fuera la última cosa que quedara en mi subconsciente antes de ir a dormir. Últimamente tengo mucho miedo por las noches, lo que contribuye a mi insomnio. A esas horas no tengo voluntad y me dejo llevar por casi lo que sea, así que algunas noches me dejo llevar por él, por el miedo y, la mayoría de veces, me puede.

También decliné la barbacoa del sábado y volver a salir por la noche. Estoy cansada de hacer siempre lo mismo, con la misma gente. Como muchos de nosotros empieza una colección en setiembre, yo necesito cambiar de aires, aunque sea de manera temporal. De ahí la danza oriental, me tiene muy ocupada intentando aprenderla.

Dos veces había leído lo de la exposición Bamako’05 en el CCCB y pintaba bueno, así que en cuanto vi que la Soledad estaba aparcando en la calle y la Melancolía había venido en moto, me escapé de casa, a viajar; bus, tren, metro y África contemporánea. Me gustó, disfruté y decidí que iba a hacer esto muy a menudo este invierno. Mi idea no era visitar la de Chernóbil, pero entraba en la entrada así que decidí dar una vuelta rápida. Sin embargo, ahí me quedé más tiempo, sobretodo en la sección de dibujos de los niños, viendo como reflejaban sus miedos a lo pasado y lo feo que veían el suceso, y en la de la gente que decidió volver a sus casas aún sabiendo que compraban un billete sin retorno a la muerte. Creo que yo hubiera hecho lo mismo, pensé. Es muy triste tener que renunciar a toda tu vida por algo así.

Al paseo de más tarde, se me unió la amiga mística. Buscamos un par de tiendas de ropa oriental. No es que vaya a invertir ahora dinero en esa ropa pero la verdad es que necesito algo que se mueva más al compás de la música, así parecerá que hago algo más de lo que en realidad sé. Olvidé decir que me acoplo a un grupo que lleva cinco meses aprendiéndolo así que esto, añadido a mi perfeccionismo, hace que me cuando la profe diga “ahora el péndulo”, yo mire el reloj de la pared pero vamos, que ganas le sigo poniendo . Ya hacía mucho tiempo que no tenía agujetas en las caderas (aunque la razón sea algo distinta). Sigo sin ganas de sucedáneos y bajos en cafeína. Cansada, sigo cansada.

Le propuse ir al cine si nuestros pies aguantaban unas horas más, a ver “Las partículas elementales”. Me da rabia, porque no he tenido oportunidad de leer el libro, pero creo que con lo compleja que es su lectura, me ayudará el haber visto la película. Es dura. Salí del cine creyendo que es verdad, que en algún lugar hay alguien a medida para nosotros, sino al 100%, alguien con el que puedas compartir algo importante o alguien que haga un esfuerzo por conocerte un poco mejor, alguien que venga con algo de lo que tú careces.

Conocí a un granadino de lo más simpaticote, que acaba de quedarse con uno de los bares más antiguos de mi ciudad. Dice que va a poner tapas andaluzas. Yo le explico que he pasado unos días en Almería. Más tarde, la mística me invita a una conversación sobre nosotras. Según ella, hay muchas cosas que yo hago que ella no las haría nunca, por ¿pudor? ¿timidez?. Le pido un ejemplo y me da ése mismo; hablar con desconocidos, ya sea hombre o mujer, sacar una conversación de donde sea. Tiene una explicación, me molestan los silencios, no los que has buscado para disfrutar sino esos en los que no hay nada qué decir. Si  puedo, siempre los rompo.

Me metía en la cama pronto para ser sábado pero tan cansada y contenta de que todo me hubiera salido bien, que no tuve miedo y tampoco soñé, así que he dormido hasta que mi cuerpo ha dicho basta, a eso de las diez y pico. Las dos únicas llamadas del día han sido malas noticias.

He seguido con mi rutina. Con los grupos que más me han llamado la atención últimamente en el Ipod, y lo he puesto a todo volumen mientras limpiaba encantándome con chorraditas también. Cuando han llegado los peques, sonaba Editors, y a ellos también les gusta, así que tan solo he bajado el volumen, Editors ha seguido sonando el resto de la tarde...

"Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes". (Lao-Tsé)