lunes, 12 de marzo de 2007

London. The Brainstorming.

"-Londres es de la mano del que te la enseña-"le confesé a Francesc en algún minuto de las dos horas de retraso que el vuelo Gatwick-Barcelona llevaba. Aún no había procesado ni el fin de semana ni la charla que tuvimos viernes de madrugada, al hacerme un favor quedándose a mi lado en uno de los sofás en Fabric. Cuando la gente ha perdido brillo para mí, ya no me importa decir las cosas, las que siento, y entonces dejo que piensen que me importan más de lo que lo hacen.

La misma patética "smoking area" del año pasado, al menos leyendo mi flamante ejemplar de "Q" y "Uncut", en los que ambos hablan de Air y Arcade Fire. Me he comprado un muffin con arándanos en McDonalds, he aprovechado la oferta en libros de 3x2 en Whsmith, y he comprado otro en una librería enorme al lado de Trafalgar Square, donde me he pasado toda la hora y media libre que nos hemos dado en el grupo. Me encantan estas librerías. El único problema que tengo en elegir es la calidad de los libros y sus diseños de portada. Todos parecen o clásicos o muy divertidos y a mí me gusta guiarme por ese letrero de "The Nation's Favourite". En fin, justo cuando decido abandonar la tienda, uno me llama la atención y también cae, en Camden, en plena calle y tirada de precio; he comprado una camiseta divertida con personajes de la película "The nightmare before Christmas" de Tim Burton, aquí es signo de culto. Todo lo relacionado con esta peli se transforma en camisetas, gorras, chaquetas y chapas. Traigo pastillas de menta muy fuertes, un paquete de Mint Imperials que me encantan, un paquete de salsichas y queso, mature cheddar, mi favorito. He bebido muchos de esos juices con sabor a frutos del bosque, he comido paestry y pies, y he vuelto a quemarme la lengua con los capuccinos, jacked potatoes cocinados por Curtis y cheese on toast mientras los demás devoraban el "traditional English breakfast".


También me he mosqueado y discutido con la estúpida del "Check in" al obligarme a facturar la bolsa. Cuando le digo que en Barcelona no tuve problemas tengo que escuchar un "-Bien, es obvio que en Barcelona son algo icompetentes porque tenemos la misma ley sobre esto". La madre que los parió. En cambio, aquí te regalan las bolsas para los líquidos. En el Prat hay que comprarlas en el kiosco. Controles con personal histérico y una bolsa enorme de basura semi gritando "No liquids from this point" y registrándote por tu bien, para que en el temido control no te echen para atrás. Los ingleses con su colas al revés y la infinita paciencia para con ellas. Todo esto para luego encontrarte, a modo de "Pero que tonto eres", una señal enorme que te permiten comprar todo tipo de líquidos y envases justo cuando entras en el universo del duty- free.

Me he enamorado como mil veces, quizás dos mil. Los guapos aquí son muy guapos, siempre son los raciales o mayores, aquí me resultan atractivos los maduritos interesantes también, con aire a lo Peter O'Toole, no les encuentro tan snobs como en Barcelona. Me dejo ir y me veo al lado del punk que hace enormes pompas de jabón en la calle o llevando ese elegante abrigo negro y tacones, siendo tan alta y oliendo tan bien como la mujer de la pareja que tenía delante en el metro sábado noche.

Con mis aires de princesita despistada, he pretendido viajar en primera clase en casi todos los transportes que lo tenían. Ya no me acordaba que aquí esto de la "upper class" es muy serio. En cambio, he notado como mi voz sonaba dulce en inglés, sin darme cuenta, le pongo a mi inglés ese acento tan "cute" de ellas. Hasta la más hortera y garrula suena dulce para mí hablando. Me divierte, sobretodo diciendo el "sorry". Creo que es la primera palabra que debería aprenderse todo el mundo antes de hablar inglés. Puedes dar un pisotón del copón a alguien y disculparte con ese dulce "sorry" para que te perdonen la vida. Supongo que aquí diríamos un "Joder que daño".

He mirado mucho el cielo inglés, azul todo el día. La noche que llegamos era preciosa, plagada de estrellas. De tanto mirarlas casi me atropellan: "-Al revés, aquí todo al revés-"me recuerdo en silencio mientras gano la apuesta de llevarles andando a todos a casa. Creo que el despiste que llevaba era precisamente por eso, volvía a sentirme en casa. No íba de turista, no tenía ese "feeling".

No he recargado ni el Ipod ni la cámara en días; señal de que no he estado incomunicada y he cuidado las fotos que he hecho, no por la calidad (que suele ser nefasta) ni el lugar, sino por el momento. Pero mis ojos están tristes en muchas fotos, yo lo sé, al igual que están radiantes con la família.

Así que Londres es del que te la enseña pero también lo es de los ojos con los que la miras.

Procesemos pues...










* Mi vista desde la cafetería del Tate, sobre las nueve de la noche. He quedado con G que diremos que nuestros contornos en la foto, sobre Sant Paul's Cathedral son en realidad una especie de aura que la rodeaba. Me quedo con la foto a pesar de la calidad porque ese fue un gran momento.