lunes, 23 de abril de 2007

Tulipanes amarillos

"-Estás más bonita ahora, te mueves mucho mejor y tu expresión ha cambiado-". Con estas palabras se ha dirigido Quima a Andrea al acabar la clase de danza. Yo la he mirado con una amplia sonrisa. Es verdad, yo no sé si serán los bombachos que compramos, pero ha perdido parte del pudor que, hasta hace poco, la acompañaba los lunes.

"-Y tú ¿qué? Ya sé que llevas poquito pero ¿has pensado en mirar de adelantar un poco más y pensar en ser profesora? Voy a montar un grupo con otras chicas para tocar un nivel más avanzado, y ¿quién sabe? dar clases en un futuro. Si quieres te aviso cuando lo ponga en marcha-". Casi me muero."-¿Puedo preguntarte por qué?-" le digo. Ahora es Andrea la que me mira con una amplia sonrisa.

Hoy es Sant Jordi, he visto muchas flores circulando todo el día. Yo no esperaba ninguna pero he salido con dos del trabajo, de dos compañeras y una planta del peque. En el video me han dicho que llevaba tres rosas, que la tercera flor era yo. He andado hasta casa, atravesando el barrio, sin el Ipod, sólo con mis flores. Me han dado otra de lejos; dos magrebíes me han dicho algo que acababa en Sant Jordi, pero acabo el día echándome por encima la última de las flores, las palabras de Quima.

La danza oriental ha sido mi primera actividad desde que estoy sola. Ha sido un reto a todos los niveles; a desenvolverme con desconocidas, a desnudarme bailando delante de un espejo y moverme como nunca lo he hecho. No la he limitado a los lunes, la he extendido a mi día a día. Es curiosa la paciencia que tengo para con ella, leyendo mucho sobre los ritmos, sobre cómo ha evolucionado para ir llegando a todo el mundo. Sus estilos, sus fusiones (adoro el tribal fusión). Desde abajo, por el principio, no tengo prisa, me sigue haciendo mucho bien.
Voy a poner todas las flores en agua...