miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sobre la valentía






Hoy le decía a Sol que éste año lo íbamos a cerrar con un paréntesis; para tener cuidado con él, para resaltarlo un poco, quizás como punto de partida para cambios. He madrugado, he cogido un bus y me he atravesado la ciudad hasta la estación. Ella vuelve cada mañana sobre las 8'30 - 9 y como a esas horas es cuando dice se encuentra mejor me propone desayunar. Tenía miedo de verla, no respondo de mí cuando algo me hace reaccionar y he estado sin verla justo los meses más duros de su recuperación.
No sé por qué insiste en agradecerme el empujoncito final que necesitaba para empezar a plantarle cara a la enfermedad. Estuve guardando su secreto cerca de una semana en la cual estuve muy triste y lloraba por las noches. En el trabajo se extrañaban de lo afectada que me veían por tener problemas con Jazztel y Telefónica. Tampoco entendían los abrazos que alguna tarde nos dábamos en los pasillos. Ni que todas sus visitas a los médicos eran para poner en marcha, y de manera urgente, todo el mecanismo e intentar salvar sino uno de sus pechos sí su vida. Y es que cuando hablé con ella, su vida no le importaba nada; decía que no creía en la ciencia y que no quería ir a ningún médico y yo me encontré delante de una situación de las de verdad; no una de ésas en las que aconsejas a una desquiciada amiga que acepte la soledad sin hombres o a recomendar otro tono de sombra de ojos a mi compañera para que le alegre un poco más la cara cuando en realidad lo que quiero decirle es que necesita un polvo, así de crudo, que se deje de ostias de gente normal en los chats y miradas furtivas de paletas. No creo que hayan inventado el corrector de ojeras para desagriar una cara, un modo de ver la vida. Pues no, a dos puertas de mi despacho, sentada encima de una mesa amarilla, mientras su dueño de cuatro años jugaba en el patio con el resto de la clase, ella me tomaba una mano y la colocaba a un lado de su pecho para que yo palpara, a través de su piel, un miedo hecho realidad, un miedo al que le han dejado crecer hasta tener el tamaño de una pelota de ping pong. Vivía una de esas sensaciones con las que tardo días en reaccionar. Pero es verdad, la empujé y más tarde, aún sin reaccionar, le dije que creía que me había elegido porque le tenía que ser útil, porque a pesar de tener una relación especial no éramos amigas, que ése era el sentimiento que tenía: el de serle útil. En todo este tiempo casi no la he llamado pero sí que le hecho llegar cositas a través de personas; alguna película, algún libro, música. No quería visitarla porque la razón por la que íba era porque estaba enferma y me sentía mal.
Pero la vida me va demostrando qué personas son las que me conocen y entienden y las que no; quizás he perdido a Las Bridgets aunque ahora creo que han sido ellas las que me han perdido a mí, pero quien se queda y deja que sea como soy me tiene para siempre, así que casi siempre ha sido ella la que me ha enviado un mensaje explicándome en qué fase estaba y sobretodo cómo veía el mundo ahora y qué cosas quería cambiar de su persona, que vivía un Infierno.
Soy famosa por no entender lo de te hago una perdida, casi nunca puedo quedar así con alguien, siempre lo entiendo al revés. Hoy me ha vuelto a pasar, así que mientras me espera de espaldas la observo; tan pequeñita, tan consumida. Hoy le traigo un libro, del Punset, para que investigue si está ahí su mundo ahora. Desayunamos lo mismo, ella me explica en qué consiste la radioterapia y dónde se la dan, me enseña las uñas; dice que para ella son una señal de que va a mejor porque en verano se le cayeron, que la quimio lo mata todo. Todavía no le he preguntado si le han cortado un pecho pero me lo dice ella y también me explica el momento de mirarse a un espejo. Sabe que yo pasé por algo no igual pero parecido en síntomas hace siete años así que cuando le describo el dolor que se siente al incorporarse o al colgarse el bolso asiente con la cabeza. Dice que no podrá volver a llevar el bolso en el hombro derecho, también me explica que va a misa, que ha descubierto una que es cantada y que se siente una niña cuando está allí esperando que salga esa mujer y entone algo, que va sola. A mí me hace graciar pensar que me relaciono con gente bastante creyente para lo atea que soy, y que encima me llevo bien con ellos porque se han quedado con lo mejor de esa religión que para mí son sus valores así que tienen mi respeto. Pero a veces le noto mucha resignación en algo que sigue igual en su vida, y es su felicidad en pareja. Mientras se sirve el té le deseo también fuerza para que cuando esta pesadilla acabe se siga dando una oportunidad para ser más feliz porque se lo merece.
Al ponernos el abrigo me enseña sus pestañas y sus cejas que han vuelto a aparecer. "-¡Ah! y mira - y se levanta la peluca "-También me está saliendo el pelo. A ver si me atrevo y me lo dejo así!-". Es ella la que hace que me fije en todos los detalles, sino lo hubiera hecho no hubiera visto nada de éso porque no la miraba así, no he buscado restos de enfermedad y he intentado escucharla más que mirarla pero ella no, algo que también he respetado. La verdad es que sólo he podido ver a una mujer muy valiente ante la que me quito el sombrero, que no me ha hecho llorar delante de ella pero sí detrás.
Su marcha me deja tan aturdida que decido meterme en una tienda a hacer que miro regalos de Navidad; todo lo que miro es de abrigo. Toco una manta marrón muy suave, le pregunto las medidas a la chica, miro el precio y decido quedármela. Es muy, muy cálida...

martes, 16 de noviembre de 2010

The mummer's dance

Mi reencuentro con Quima, hacer una visita al local donde bailábamos, reencontrarnos con todas aquellas pomposas compañeras y pisar la sala donde empezó todo. Quima colocó a su hija en medio de la sala, bajó las luces y le puso música oriental. La pequeña empezó a moverse al son de la música pegando saltitos. Cuando nos cruzamos la mirada, volví a recordar la pasión que ella despertó en mí hacia la danza, me sonrió, tan dulce como siempre. "- Muy mal por dejarla...-" , esa fue su respuesta cuando le dije que había dejado de bailar.
El correo de Bego, preguntándome el horario para las clases; dice de tomar un café y cuando lo hacemos confiesa que conmigo la danza era más divertida, que no se sentía a gusto en el grupo. El año pasado no coincidimos en los días y las dos acabamos borrándonos. A mí me pasó igual, teníamos un bonita rutina en el trayecto de vuelta en el último bus de la noche y casi siempre nos ponían juntas en las secuencias de pareja. Noto que me habla dando por hecho que voy a empezar y no sé por qué le digo que para este curso necesito unas arañas para los pies porque no giro bien, me duelen al girar y nunca puedo acabar bien las vueltas. Quedamos en comprarlas juntas.
La llamada de la profe, explicándonos cosas y su invitación a ir a verlas un día. Lo hice y le confesé el por qué estaba tan desmotivada; el ambiente hacía que me cansara más de lo normal, que no compartía la danza como ellas; que querían dar un par de meneítos con las caderas y verse guapas con lo cual las interrupciones me mataban. Para mi sorpresa, descubrí que no era la única que se sentía así y que las más competitivas eran precisamente su cruz; una porque nunca conseguiría hacer un shimmy sin que pareciera que la estaban electrocutando y otra porque quería ser profe y a veces actuaba como si ya lo fuera; muy divas. "-¿En qué grupo me tendría que apuntar?-".
En el avanzado 2; me salta un nivel, dice que puedo hacerlo, que este curso quiere separación de niveles y va a marcar mucho de puerta hacia dentro. Y es verdad, lo hace; cuando alguna de las divas asoma la cabeza para probar nos hace trabajar lo más difícil. Hará un par de semanas, mi favorita vino a probar; le corregían brazos, mirada y le hacían repetir un paso alejada del grupo. La observaba discretamente, siempre me ha causado muy mal feeling su manera de mirar y siento curiosidad por saber el por qué. Apenas habló ni interrumpió, en los momentos de esperar turno se escapaba al vestuario y volvía completamente cambiada, cada vez más llamativa con sus modelos; bonitos, caros, demasiado elegantes para sudar. En ese momento, noté cómo mi interés hacia ella simplemente desapareció.
El cuerpo es muy desagradecido con ésto de la danza; se entumece, gana en rigidez y se vuelve perezoso, éso lo noto en el primer calentamiento y tampoco tengo el nivel, pero la profe me anima a que practique para ir mejorando; es un reto para mí; tener que practicar para poder llevar con más soltura esas clases; tener que desprenderme del ridículo y aprender a equivocarme en público cuando realizo secuencias en solitario, dejar ir mi imaginación al montar en clase una secuencia de 56 segundos y luego mostrarla en grupo, aprender a enlazarla y luego ver que una de las próximas coreografías que tu profe va a bailar en público llevará una secuencia de ocho de cada una de nosotras. Ahora se habla mucho de dónde está el público cuando bailamos; aprendemos a bailar en diagonal para poder desplazarte hacia el otro lado con otro paso, de cuando le miramos y cuando no, cuando sonreímos o cuando miramos hacia un lado a la par que giramos, de lo altos que tienen que estar los brazos para que el público vea el paso. Los brazos, son mi perdición; he aprendido cómo adornan los pasos, no a hacerlo pero sí verlo y supongo que ésto va así, no creo que haya un temario con principio y fin de posiciones de brazos, creo que se aprende con mirarlos; la gente está más pendiente de las caderas y sí, son espectaculares pero hay otra parte de ésa danza, en la que empiezo a entrar ahora en la que se aprende a transmitir, en la que si reconoces el ritmo y el tipo de danza te desenvolverás mejor, en los instrumentos que te dan pistas; un violín que predomina en un momento determinado se interpreta con ondulaciones, con ochos, con camellos. Si a éste le precede un sonido tintineante podrás hacer un shimmy, ¿un sonido más largo? pues con un círculo de cadera. En fin, me fascina ver cómo se puede interpretar una pieza clásica a la que no estás acostumbrada y sencillamente, la encuentro bella.
Tengo que practicar mi arabesque; cuando lo subo a punta parece ser que también lo hace mi cabeza y ésta debería permanecer inmóvil, la profe dice que necesito equilibrio aquí, que mi cabeza no obedece a mi cuerpo, no sabe estarse quieta. No sé por qué pero me hace gracia la comparación de este paso con mi persona; me veo así, pegando saltitos por la vida; intentando probar todo aquello que me gusta e intentando controlar la cabeza.
Creo que no es sólo eso lo que tengo que aprender a controlar allí, también tengo que hacerlo con mi carácter y aceptar a las que no me gustan para poder simplemente ignorarlas después, que lo que llamo sus carencias o su exceso de ego no sea negativo para mí, tengo que aprender a disfrutar estando con ellas. Éso implicaría tener el carácter dulce y divertido allí, la otra posición, la de "odiarlas" arruina mi tiempo. Sí, éso es lo que voy a intentar a hacer. Después, pienso trasladarlo al trabajo.
Luego dice mi madre que no sé aprovechar las cosas y que qué hago bailando...
(semanas para aprender un minuto y poco de éste clásico adaptado a nuestro nivel. Demasiado largo para todas pero bonita de interpretar)


sábado, 9 de octubre de 2010

Cloudless

Sentimiento de amor
La otra tarde al llegar a casa sobre las seis me encontré con mucho silencio, demasiado para las horas que eran.
"- ¿Qué hacéis?-" pregunté.
"- Escribiendo cartas!!-" contestaron al unísono.
"-¿A quién?-"
"- Son cartas de amor...-"
Más tarde, el peque me la enseñó. De hecho me regaló una porque le había dado a imprimir dos veces y decidió que una sería para su novia Sara y la otra para mí. Era un soneto sacado de Internet..."-Tienes que poner siempre al autor, fírmamelo anda.-" Hasta hace poco firmaban igual que yo los dos pero ahora me dice que ya tiene una propia y la estampa junto al "Para mi mama". La cuelgo en la cocina. Ella entra de puntillas y disimuladamente a su habitación para guardar la suya."-¿No me la enseñas?-" "-No!-" dice mientras se ruboriza y se sienta a mi lado. A cambio me enseña todas las cartas de amor de él, Dani, un niño que le gusta desde 3º. Son novios desde ayer. Salió nerviosa de clase diciéndome que tenía novedades. Me hacen mayor. Me doy cuenta de que ahora educo, ya no crío y ver como sus personalidades se van desarrollando hace que a veces me deprima un poco por lo corta que es la vida y lo rápido que a veces pasa. Asistir a sus emociones hace que piense en mí a su edad y en mi madre; yo también me escribía cartas de amor pero si mi madre me las pillaba tenía la bronca asegurada y pasaba una vergüenza infinita. Es raro ver cómo se va construyendo el puente de la confianza entre nosotras. Estoy muy orgullosa de la persona en la que se está convirtiendo y de seguir así la veo triunfando en la vida; es valiente y determinada cuando se lo propone. Me sentaré a disfrutar como es éso de tener novio en 6º mientras no le quito el ojo al otro, cuando sonríe derrite a todas pero sigue suspirando por Natalia, la novia de Toni, una morenita que incluso le hizo llorar el curso pasado cuando al messenger le decía que no le quería. Sara es prima de Natalia y él dice que la quiere pero también se le iluminan los ojillos cuando dice que se ha convertido en su primo también.
Hay amor en ésta casa, de éso no me cabe la menor duda...

No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos (Jacinto Benavente)