viernes, 15 de febrero de 2008

Loca Academia de Policía

Perdí una apuesta con el policía que cada mañana me da el paso antes de empezar mi jornada laboral. A veces hemos tenido que hablar, por cosas del trabajo; la mayoría de veces han sido regañinas o quejas de él y de sus compañeros por algo que no hacemos como ellos piden...otras veces, si salgo a fumar a la calle, nos miramos de lejos...algún saludo y poco más...pero ahora me he puesto chulita con él y me ha salido el tiro por la culata, así que entre divertida y abochornada he aceptado pagarle un café para quedar en paz.
"-¿Pero no estás de servicio? En las pelis siempre que os invitan a comer o a beber no podéis porque estáis de servicio...-"digo en un último intento de zafarme del tema.

"-Pero también somos personas, tomamos café, y hasta tenemos nuestra media hora para alimentarnos...así que tú dirás cuándo...-" y se aleja en su vespa a "apatrullar" nuestro distrito.

Y aquí estoy, sentada delante de Xavier, dos años mayor que yo que, sin ser guapo, tiene un algo que le hace atractivo. Pero me interesa más ver qué tipo de charla me va a dar y si va a valer la pena que yo pase la vergüenza cuando vuelva a mi lugar de trabajo por haberme largado con el policía del barrio a hacer un café. Un sitio tan progre como el mío, de hecho, Ángela ya me ha soltado un "-Traidora!!-" antes de salir por la puerta.
Dice que soy arisca con él, que ya tiene muy asumido que cae mal por el tipo de trabajo que tiene, pero que no está acostumbrado a éso, que le gusta relacionarse con la gente con la que trabaja y que éso me incluye a mí y a todos mis compañeros. Le doy la razón; "-Supongo que estáis muy estereotipados y sí, siempre nos fastidia veros entrar por la puerta porque siempre es para quejaros...-". Pero me interrumpe para anunciar la llegada de otro compañero...."-Genial-pienso-dos polis en la mesa tomando café conmigo...-" No, dos no... cinco minutos más tarde se nos añade otro, así que la mesa está ocupada con tres chalecos reflectantes y un abrigo negro: el mío.

"-Bueno, y ¿qué ibas diciendo de los estereotipos, según tú, de qué tenemos fama?-"

Y me los miro y pienso: "-Veamos, si les digo la verdad y están de servicio: ¿me pueden arrestar? Porque entonces no sé qué leches hacen tomando un café conmigo. Además, como me entere de que el tal Xavier está casado se la va a ganar por estar tan preocupado del por qué soy tan arisca con él debido a su profesión. "-Pues...ya sabéis...de chulitos, de prepotentes, de que abusáis de la autoridad, que os da poder...-"y le doy el último sorbo a mi café mirando el reloj como avisando de que ya me tengo que ir. Pero no me detienen, ni sacan esa libretita para pedirme los datos (que, por cierto, no sería la primera vez que el tal Xavier lo hiciera). Seguimos hablando y me explican cómo van los turnos en ésto de los distritos, que les gusta estar aquí, en el barrio, mi barrio, el que llevo en vena y nos ponemos a hablar de él.

Me invita él: "-Ahora son cuatro cafés-"me dice. "-Bueno, gracias. Ahora volveré al trabajo y les diré que no sean tan ariscos con vosotros. "-Ha estado bien-"le digo. Y es verdad, otra cosa no sé pero original lo ha sido un rato.

"-Espera que salimos antes y así no te relacionan con nosotros...-"me dice el compañero abriendo la puerta todo socarrón.

"-Vale, y fuera hacemos como que no nos conocemos. Ya no seré tan arisca pero éste café no ha tenido lugar...-" le sigo la broma.

Les despido a los tres, con sus chaquetas reflectantes y sus radios al hombro. Cruzo por el paso de peatones, no vaya a ser que me estén mirando y me salte otra regla esta tarde.
Pues sí, quizás haya otro café con ese cuerpo...