miércoles, 21 de noviembre de 2007

¿Cómo están ustedes?

"- Creo que ya estoy vieja para los conciertos-"le digo a mi sister mientras desenvuelvo el último bocata en el coche y sujeto la lata de cerveza entre mis piernas."
-Que va, lo que no estamos es para conciertos de una hora pelada, donde el sonido sea una mierda y que te cueste tanto vibrar porque la gente apenas se mueve.-" me contesta ella ofreciéndome una mandarina.
Y así dejamos a Editors y a la dichosa carpa Movistar que casi nos hace llegar al Fórum porque allí estaba la última vez que la ví. Resulta que por eso la llaman itinerante ¡porque se mueve!. La segunda vez que los vemos, en invierno y en martes también. Recordamos la primera vez, no los tocamos poque no quisimos. Ahora son más grandes y los organizadores del Wintercase decidieron cambiar de escenario, así que en vez de Razz la carpa Movistar. Si hubiera sido así desde un principio hubiera dudado mucho en ir a verles, porque sacrifiqué Interpol y Air por ellos.
Repito: "¡LAS CARPAS NO SIRVEN PARA CONCIERTOS!" O respiras aire o escuchas al grupo. A mi lado, otra lección de conocimiento sobre el grupo que van a ver..."-¿Estos que eran? de Nueva York ¿no?-" Vamos, al lado de megafans que estábamos las dos .
Pero no dejaré que la ovulación mensual y su mala baba me influya. Editors estuvieron geniales (sonido aparte), sacaron ritmos muy buenos improvisando y la voz del cantante sonaba como nunca. Todos vibramos con los clásicos y aprovechábamos las lentas para admirar esa voz. Son muy buenos.
Ir mirando a mi sister para seguir confirmándonos después que somos las únicas con las que podemos ir de concierto. Lo vivimos por igual, con las mismas rutinas y sin malos rollos ni discusiones tontas por posicionarse.
Por mi parte, el concierto (como grupo) queda aprobado. Lo comentábamos intentando salir en coche del lugar, comiendo mandarinas y adelantando cuerpos perfectos y semidesnudos. Por unos segundos, enfocamos el camino de uno de ellos; trasero perfecto, piernas larguísimas y castaña, a lo Rita Hayword. Todavía llueve y sigue haciendo frío pero ella parece no sentirlo, a juzgar por la mini cazadora lila que lleva como única prenda en todo el cuerpo. Se gira al final y decide dejarnos pasar, pero antes nos mira y a mí me da por pensar si sabe que todo éste mogollón de gente sale del concierto de Editors, de si los conoce, de si le gustan, porque se la ve muy joven. Pienso en que yo mañana voy a tener mucho sueño pero ella tendrá más, eso si no pilla una gripe por haber estado trabajando bajo la lluvia. Ya podían haber trasladado la carpa de las narices unos metros más que hubiera hecho mejor uso que albergar un concierto.
(No tocaron la mía así que me la pongo yo esta noche...)

viernes, 9 de noviembre de 2007

Más bonita que ninguna....

Me relajo...




Y para éso hago lentos círculos con mi cabeza. La subo en redondo para no marearme. Me voy a los hombros y los empiezo a rotar; hacia delante, hacia detrás, el derecho, el izquierdo y los dos a la vez. Un hombro que sube, seguido de un codo, una muñeca, unos nudillos y una mano que cae muerta, con la palma mirando hacia la pared. Éstos son los brazos de serpiente. Hay que practicarlos mucho hasta que se vean gráciles, capaces de amoldarse a la melodía más lenta. Cuando se domina el movimiento, son muy bonitos de ver.
La técnica...
Marco con mis pechos cuatro puntos en el infinito; derecho, delante, izquierdo y centro. Si éste último lo marcas más, el círculo se hace más obvio. Hasta que tu parte inferior se acostumbra a quedarse quieta, puedes colocar tus manos en las caderas frenándolas. Cuando tengo los cuatro puntos cierro los ojos e imagino que, en vez de pechos, ahora tengo un lápiz y con él dibujo un círculo en el suelo: círculo de pecho le llaman.
Mis caderas ahora, y le digo a la parte superior que ahora es ella la que se tiene que estar quieta. Cuatro puntos también. Aquí la sensación es la de estar dentro de un hula-hop y todas lo hemos probado. Para llegar a ella, lo mejor es pensar en una ola; balancearte de un lado a otro. De paso, pierdes pudor enseñándole la pelvis al espejo. Vuelvo a unir los puntos en círculos: 4 derecha y cuatro a la izquierda. Una vez dominado, aprendo a esconder una rodilla al marcar el cuarto para después parar en seco y obligar a mi cadera que mire al techo; marco el hip drop unas ocho veces, después lo uno. Para acabar, estiro el lado que trabajo.
En realidad todo lo que aprendes a aislar vuelve a su lugar de origen para volver a unirse, pero está bien que todo aprenda a moverse por sí solo de manera tan natural.
Siempre he dicho que cuando alguien descubre la magia de ésta danza sonríe; detrás mío Jennifer lo hace, Tamara sigue perdida y muy nerviosa, Laura, muy agarrotada y concentrada ella, lo hace dulcemente, Sonia sigue enfadada con su cuerpo y todo lo que le rodea pero llega un momento en el que se deja ir sin mirarse al espejo. Ruth se lleva deberes porque le han gustado mucho los círculos con la cadera. Mi peque se ha atado uno de mis tops con una pinza para que no le resbale y practica incansable a mi lado, pienso si recordará esta aventura cuando sea mayor, viendo a su madre en su primera clase como "profesora de "OJO!: Danza oriental". Dicen que esta semana tendré tres cabezas más detrás; Dolors, Montse y Esther.
Arranco la aventura rodeada de mucho cariño, dure lo que dure, salga como salga, he decidido probarlo, con mucho miedo, mucha ilusión y cruzando los dedos de que, si sale bien no me agote, porque la decisión me deja, prácticamente, sin huecos libres para la vida social. Vamos a ser my hobby y yo este Invierno. "-Tú piensa que sabes más que nosotras y nos va a enseñar lo que sabes-"me dijo Sonia al confesarle mi miedo al teléfono y la verdad es que así fue como lo viví, me sentí muy bien (aunque con muchas ganas de acabar).

Desde el punto místico, ésto es el final, lo sé. La danza ha sido para mí un bálsamo cicatrizante porque yo andaba muy herida. No ha hecho otra cosa que ir curándome: de mis hombres, de mis miedos, de mi niña interior, de la mujer adulta "a ratos" que quiero ser, de la madre atípica (y perfectamente aceptable) que ya soy. Me siento bonita por dentro, cada vez más y creo que ya empieza a percibirse por fuera...