lunes, 5 de marzo de 2007

Suéltalo

El lugar donde practico la danza los lunes está a canción y media de casa. Me gusta medir distancias con la música, porque la elijo según el sitio donde vaya o la distancia de este. La de esta noche ha sido la primera que he encontrado de Corinne Bailey Rae; algo triste lo sé, pero adoro su voz y sigo necesitando que me acaricien. Dejo bolso, dinero y toda mi vida en casa, junto con el bolso y sólo llevo una bolsa con la ropa para bailar. No hay móviles, no quiero que nada ni nadie estropee mi paseo hasta la clase. Pretendía ir de semiprimavera pero en el minuto dos de la canción he tenido que abrigarme más. Al meter la mano izquierda en el bolsillo me he topado con el montón de kleenex usados que descansan dentro. Se me ha olvidado tirarlos. Aún están húmedos. Bueno, que sigan ahí, para ir recordándome que no me gusta verme así, que me hago mucho daño.
A veces me cuesta meterme en el baile, porque necesito sentirlo. Otras, sé que lo estoy haciendo bien, porque no soy yo, es mi cuerpo el que se mueve y me gusta ser capaz de moverme así, de sentirme una serpiente, de que mis manos se separen tan delicadamente de mí y vuelvan, de ser capaz de estar dibujando infinitos, círculos y marcando acentos con varias partes de mi cuerpo. 
Hoy le he pedido que no pasara esa canción, que me gustaba mucho y dos más han coincidido conmigo. Por primera vez bailo cantando la canción bajito, aunque me la invento porque está en árabe pero bueno, le añade gracia al baile. Ha sido uno de esos días. Hacía semanas que no bailaba descalza, pensaba que giraba mejor pero hoy necesitaba sentir el suelo y, como vengo haciendo cada lunes desde que descubrí esta maravillosa danza, me doy carta blanca y me vuelco en lo único que me recompensa al mismo nivel que le entrego. 

Hoy ha debido ser mucho porque he sido la única que ha conseguido aguantar un péndulo de tres pasos sin dejar de hacer un shimmy de cadera. No sé cómo, he conectado con la profesora y a la segunda vez que ha dicho -"Suelto, suelto"- le he pillado el paso. En realidad, me resulta fácil desplazar el ritmo hacía arriba y hacia abajo, no por algo "practicaba" break dance con 14 años y mi peli favorita era precisamente ésa; Break dance. Pero volvamos a mi bochornoso momento estelar cuando la profesora ha empezado a guiñarme el ojo y sonreírme, Ana, otra de las buenas me ha señalado. Hay que decir que en la clase es un momento importante cuando una tiene un paso, y es porque le ponemos ganas. Así que aún pasando vergüenza lo he disfrutado. Ya que es mi cuerpo el que últimamente se comunica conmigo, sé que le hace bien el que yo pueda vibrar con el baile. 
Al acabar la clase, Quima, la profesora me ha soltado un abrazo. Sé que ha sabido ver mi entrega. Me ha besado y le he dado las gracias pero mis ojos se han llenado de lágrimas-"Hoy ha sido terapeútico y lo necesitaba. Tenía que sacar muchos sentimientos. "-le digo. Y como sé que me sigue, también le digo que yo adoro la música y que la danza también ha hecho que descubra un universo musical, el cual me tiene completamente abducida. Ella me dice que la descubrió en un tiempo en el que sentía muy sola y la hizo compañera de viaje, hasta el punto de repetírselo muchas veces..."ya no estás sola, tienes la danza para expresarte". Yo dejo que la lágrima acabe por resbalar. 

Su forma de ser es espectacular para la danza y así se lo hago saber.  "-Siempre hay que sonreír bailando, para que parezca fácil, aunque nos esté doliendo-". Hay que mantener esa media sonrisa diciendo jódete, que a mí no me duele, para que la otra no desfallezca e intente superarse. ¿Quién ha vísto acto más solidario entre el género femenino?
La nota de humor se la dejamos a Rosa, la cual nos ha enseñado el culo y sus fantásticas bragas de cuello alto blancas durante toda la clase, al haberse olvidado las mallas y no notar como el pañuelo se le iba resbalando con cada movimiento.
Desde aquí, mil gracias