miércoles, 4 de julio de 2007

Mamá, quiero ser artista...

Hay momentos en los que obtengo una nitidez increíble mirando, como si no tuviera ese 0’”no me acuerdo” de dioptrías. Esa es la razón de que yo tenga dos fundas horrorosas a las que sólo les quito el polvo. No las llevo, me molesta ver la vida con tanta resolución, tan bien delineada.

Y no es que levite ni nada parecido cuando veo tan bien; es sólo que se me están llenando los ojos de lágrimas de pura emoción, de estar siendo presente en un momento importante de nuestras vidas. Posiblemente un recuerdo para mi vejez y su infancia.

En algo tan tonto como su primer campus de fútbol, pre-benjamín le llaman. Todo le va enorme, lo cual acentúa más su porte de “travieso”. El chulito de la clase se ha convertido hoy en un tímido corderito de cinco años en pleno vestuario, rojo como un tomate y pegado a las faldas de su madre, que para más inri, llevaba un vestido largo y blanco Ariel. Su amigo del alma estaba allí, se lo he tenido que tomar prestado a su madre para que se atreviera a lucir el equipo de fútbol que le daban. “-Unas cadenas y una gorra de lado y tengo el nuevo Eminem-“, pienso divertida mientras le veo salir por el campo.

Bien, no soy una “mamá del fútbol”, como nos solemos llamar las mamás cuando hablamos con otras mamás. Existe una mamá del cole, que se llama Mariana pero si la llamas por “la mamá de Ana”, todo el mundo te entiende, y es algo práctico a la hora de llevar y traer peques. También existe la mamá del gimnasio, la mamá del niño con el que juegan los peques en la plaza. A ella no la conoces, pero a su hijo sí. Y no sé si por último, las mamás del fútbol, ésas que tanto tiempo me ha estado describiendo una compañera. Un poquito snob con el tema por haber escogido un campus de barrio y no de la élite de los quiero y no puedo. Porque en esto sí que hay clases sociales; media, baja y alta. Me quedo con el casal organizado por okupas escogido este año para los peques. Es el mejor, desde el primer día han hecho amigos.

Ahora soy dos nuevas mamás, la del Casal y la del fútbol. Quede claro que no todos estamos cortados por el mismo patrón pero tampoco olvidemos que la excepción confirma la regla.

Hoy ha sido la primera vez que me he sentado en un campo de fútbol sin esperar el inicio de un concierto. Tan pardilla como se supone que tiene que ser una princesita de la plebe en el entrenamiento. Muy perdida. Aparte de las que van guapas, hay mujeres allí con las que simpatizaré. Son amables y de todas las edades.

Pero volvamos a mi peque que es lo que me interesa. Ha estado con una pelota de las de verdad todo el rato. Ha salido orgulloso abrazándola y me la ha enseñado con la mirada. Me quedaba algo lejos, pero una vez me ha localizado, nos hemos saludado. Verle tan disciplinado, tan cortado, sabiendo cómo es (una olla a presión como su madre), tan contento, ha hecho que mis ojos se llenaran de lágrimas un par de veces, así que he parado mi película de la Mtv y me he escapado con ella al Decathlon, para que mañana se ponga esas rodilleras. Pero no nos engañemos, que disfrute mucho pero tengo los dedos cruzados para que se acabe aburriendo. No puedo con el fútbol, esto sería un castigo y de los gordos.

Ella ha tardado diez minutos en preguntarme si podía hacer el pino puente. Quería lucirse delante de otras niñas. Ya no es tan tímida para relacionarse pero sufre mucho, es muy sensible y perfeccionista, cosa que también ha heredado de mí. Es por eso que soy dura con ella en otro sentido, más maduro. Se está acostumbrando a que todo le salga bien, a que es guapa y a escuchar que todo lo hace bien. Y la verdad es que todo es cierto, tiene muy buen corazón y es una observadora nata. Quizás nos cuesta más darnos muestras de cariño, pero tenemos nuestro propio lenguaje y procuro no intimidarla. Cuando decide darme un abrazo, procura que yo esté de espaldas y si le digo cosas bonitas, sólo se encoge para decirte que le ha gustado. Guardo en mi bolso su primera carta de amor; se la ha dado un tal Alejandro de 11 años!!! Conozco al tipo, es un saturao, un marciano con mechas rubias. Es una carta de amor con todas las de la ley, con su pregunta y todo, ésa de “Quieres ser mi novia?”. Por suerte, en ésto también ha salido a mí y tiene el punto de cría que a sus ocho años tiene que tener, pero también noto cómo va mirando de reojo al tal Alejandro.

Pino puente, hacia delante, hacia detrás, la rueda con una mano, el puente para atrás...así ha acabado en el césped con dos niñas más. Yo les miraba, consciente de que era la nueva esa tarde y que, probablemente estaba siendo observada por alguna de ellas.

El padre imaginario que tengo para mis hijos estaría filmando a su hijo y compartiendo esa cosa de hombres mucho más de lo que pueda hacerlo yo. Apenas me ha querido explicar nada del entrenamiento, estaba molido, tan sólo ha dicho “-Mama, han puesto Beyoncé en el campo-”. Mientras conduzco tan toveta y divertida a casa, pienso que todos estos momentos son míos y que ya voy guardando muchos así. Se me cuela una broma en la mente, sobre el rabioso:

¿Cómo no le voy a imponer tanto respeto con la de mamás que hay en mí? ;-)