viernes, 9 de noviembre de 2007

Más bonita que ninguna....

Me relajo...




Y para éso hago lentos círculos con mi cabeza. La subo en redondo para no marearme. Me voy a los hombros y los empiezo a rotar; hacia delante, hacia detrás, el derecho, el izquierdo y los dos a la vez. Un hombro que sube, seguido de un codo, una muñeca, unos nudillos y una mano que cae muerta, con la palma mirando hacia la pared. Éstos son los brazos de serpiente. Hay que practicarlos mucho hasta que se vean gráciles, capaces de amoldarse a la melodía más lenta. Cuando se domina el movimiento, son muy bonitos de ver.
La técnica...
Marco con mis pechos cuatro puntos en el infinito; derecho, delante, izquierdo y centro. Si éste último lo marcas más, el círculo se hace más obvio. Hasta que tu parte inferior se acostumbra a quedarse quieta, puedes colocar tus manos en las caderas frenándolas. Cuando tengo los cuatro puntos cierro los ojos e imagino que, en vez de pechos, ahora tengo un lápiz y con él dibujo un círculo en el suelo: círculo de pecho le llaman.
Mis caderas ahora, y le digo a la parte superior que ahora es ella la que se tiene que estar quieta. Cuatro puntos también. Aquí la sensación es la de estar dentro de un hula-hop y todas lo hemos probado. Para llegar a ella, lo mejor es pensar en una ola; balancearte de un lado a otro. De paso, pierdes pudor enseñándole la pelvis al espejo. Vuelvo a unir los puntos en círculos: 4 derecha y cuatro a la izquierda. Una vez dominado, aprendo a esconder una rodilla al marcar el cuarto para después parar en seco y obligar a mi cadera que mire al techo; marco el hip drop unas ocho veces, después lo uno. Para acabar, estiro el lado que trabajo.
En realidad todo lo que aprendes a aislar vuelve a su lugar de origen para volver a unirse, pero está bien que todo aprenda a moverse por sí solo de manera tan natural.
Siempre he dicho que cuando alguien descubre la magia de ésta danza sonríe; detrás mío Jennifer lo hace, Tamara sigue perdida y muy nerviosa, Laura, muy agarrotada y concentrada ella, lo hace dulcemente, Sonia sigue enfadada con su cuerpo y todo lo que le rodea pero llega un momento en el que se deja ir sin mirarse al espejo. Ruth se lleva deberes porque le han gustado mucho los círculos con la cadera. Mi peque se ha atado uno de mis tops con una pinza para que no le resbale y practica incansable a mi lado, pienso si recordará esta aventura cuando sea mayor, viendo a su madre en su primera clase como "profesora de "OJO!: Danza oriental". Dicen que esta semana tendré tres cabezas más detrás; Dolors, Montse y Esther.
Arranco la aventura rodeada de mucho cariño, dure lo que dure, salga como salga, he decidido probarlo, con mucho miedo, mucha ilusión y cruzando los dedos de que, si sale bien no me agote, porque la decisión me deja, prácticamente, sin huecos libres para la vida social. Vamos a ser my hobby y yo este Invierno. "-Tú piensa que sabes más que nosotras y nos va a enseñar lo que sabes-"me dijo Sonia al confesarle mi miedo al teléfono y la verdad es que así fue como lo viví, me sentí muy bien (aunque con muchas ganas de acabar).

Desde el punto místico, ésto es el final, lo sé. La danza ha sido para mí un bálsamo cicatrizante porque yo andaba muy herida. No ha hecho otra cosa que ir curándome: de mis hombres, de mis miedos, de mi niña interior, de la mujer adulta "a ratos" que quiero ser, de la madre atípica (y perfectamente aceptable) que ya soy. Me siento bonita por dentro, cada vez más y creo que ya empieza a percibirse por fuera...