Mi reencuentro con Quima, hacer una visita al local donde bailábamos, reencontrarnos con todas aquellas pomposas compañeras y pisar la sala donde empezó todo. Quima colocó a su hija en medio de la sala, bajó las luces y le puso música oriental. La pequeña empezó a moverse al son de la música pegando saltitos. Cuando nos cruzamos la mirada, volví a recordar la pasión que ella despertó en mí hacia la danza, me sonrió, tan dulce como siempre. "- Muy mal por dejarla...-" , esa fue su respuesta cuando le dije que había dejado de bailar.
El correo de Bego, preguntándome el horario para las clases; dice de tomar un café y cuando lo hacemos confiesa que conmigo la danza era más divertida, que no se sentía a gusto en el grupo. El año pasado no coincidimos en los días y las dos acabamos borrándonos. A mí me pasó igual, teníamos un bonita rutina en el trayecto de vuelta en el último bus de la noche y casi siempre nos ponían juntas en las secuencias de pareja. Noto que me habla dando por hecho que voy a empezar y no sé por qué le digo que para este curso necesito unas arañas para los pies porque no giro bien, me duelen al girar y nunca puedo acabar bien las vueltas. Quedamos en comprarlas juntas.
La llamada de la profe, explicándonos cosas y su invitación a ir a verlas un día. Lo hice y le confesé el por qué estaba tan desmotivada; el ambiente hacía que me cansara más de lo normal, que no compartía la danza como ellas; que querían dar un par de meneítos con las caderas y verse guapas con lo cual las interrupciones me mataban. Para mi sorpresa, descubrí que no era la única que se sentía así y que las más competitivas eran precisamente su cruz; una porque nunca conseguiría hacer un shimmy sin que pareciera que la estaban electrocutando y otra porque quería ser profe y a veces actuaba como si ya lo fuera; muy divas. "-¿En qué grupo me tendría que apuntar?-".
En el avanzado 2; me salta un nivel, dice que puedo hacerlo, que este curso quiere separación de niveles y va a marcar mucho de puerta hacia dentro. Y es verdad, lo hace; cuando alguna de las divas asoma la cabeza para probar nos hace trabajar lo más difícil. Hará un par de semanas, mi favorita vino a probar; le corregían brazos, mirada y le hacían repetir un paso alejada del grupo. La observaba discretamente, siempre me ha causado muy mal feeling su manera de mirar y siento curiosidad por saber el por qué. Apenas habló ni interrumpió, en los momentos de esperar turno se escapaba al vestuario y volvía completamente cambiada, cada vez más llamativa con sus modelos; bonitos, caros, demasiado elegantes para sudar. En ese momento, noté cómo mi interés hacia ella simplemente desapareció.
El cuerpo es muy desagradecido con ésto de la danza; se entumece, gana en rigidez y se vuelve perezoso, éso lo noto en el primer calentamiento y tampoco tengo el nivel, pero la profe me anima a que practique para ir mejorando; es un reto para mí; tener que practicar para poder llevar con más soltura esas clases; tener que desprenderme del ridículo y aprender a equivocarme en público cuando realizo secuencias en solitario, dejar ir mi imaginación al montar en clase una secuencia de 56 segundos y luego mostrarla en grupo, aprender a enlazarla y luego ver que una de las próximas coreografías que tu profe va a bailar en público llevará una secuencia de ocho de cada una de nosotras. Ahora se habla mucho de dónde está el público cuando bailamos; aprendemos a bailar en diagonal para poder desplazarte hacia el otro lado con otro paso, de cuando le miramos y cuando no, cuando sonreímos o cuando miramos hacia un lado a la par que giramos, de lo altos que tienen que estar los brazos para que el público vea el paso. Los brazos, son mi perdición; he aprendido cómo adornan los pasos, no a hacerlo pero sí verlo y supongo que ésto va así, no creo que haya un temario con principio y fin de posiciones de brazos, creo que se aprende con mirarlos; la gente está más pendiente de las caderas y sí, son espectaculares pero hay otra parte de ésa danza, en la que empiezo a entrar ahora en la que se aprende a transmitir, en la que si reconoces el ritmo y el tipo de danza te desenvolverás mejor, en los instrumentos que te dan pistas; un violín que predomina en un momento determinado se interpreta con ondulaciones, con ochos, con camellos. Si a éste le precede un sonido tintineante podrás hacer un shimmy, ¿un sonido más largo? pues con un círculo de cadera. En fin, me fascina ver cómo se puede interpretar una pieza clásica a la que no estás acostumbrada y sencillamente, la encuentro bella.
Tengo que practicar mi arabesque; cuando lo subo a punta parece ser que también lo hace mi cabeza y ésta debería permanecer inmóvil, la profe dice que necesito equilibrio aquí, que mi cabeza no obedece a mi cuerpo, no sabe estarse quieta. No sé por qué pero me hace gracia la comparación de este paso con mi persona; me veo así, pegando saltitos por la vida; intentando probar todo aquello que me gusta e intentando controlar la cabeza.
Creo que no es sólo eso lo que tengo que aprender a controlar allí, también tengo que hacerlo con mi carácter y aceptar a las que no me gustan para poder simplemente ignorarlas después, que lo que llamo sus carencias o su exceso de ego no sea negativo para mí, tengo que aprender a disfrutar estando con ellas. Éso implicaría tener el carácter dulce y divertido allí, la otra posición, la de "odiarlas" arruina mi tiempo. Sí, éso es lo que voy a intentar a hacer. Después, pienso trasladarlo al trabajo.
Luego dice mi madre que no sé aprovechar las cosas y que qué hago bailando...
(semanas para aprender un minuto y poco de éste clásico adaptado a nuestro nivel. Demasiado largo para todas pero bonita de interpretar)