miércoles, 25 de enero de 2006

Streets of London (1ª parte)



Empiezo a ordenar los recuerdos desde la patética sala de fumadores en el aeropuerto de Gatwick: hace frío, estoy rodeada de cuatro potentes ventiladores que apenas me dejan ver el humo del cigarrillo. A algún gracioso se le ha ocurrido tirar un kleenex en un cenicero y ya empiezo a ver el humo de él quemándose: "Not nice".

Me he gastado las últimas cinco libras en la libreta en la que escribo y un par de cafés para mañana. Sólo me quedan monedas que, probablemente gaste en uno de los ordenadores que gentilmente y por la módica cantidad de ¡1 euro/10 minutos!, han colocado en otra área.

Sólo son las diez y media aquí pero el finde ha sido increíblemente largo y sólo he dormido tres horas. La noche se presenta larga. He perdido el avión, por dos minutos, pero estos ingleses son asquerosamente estrictos con las normas y aunque le haya sollozado a la chica que tengo que estar en España esta noche, no he podido arreglar nada. A la ida ellos llevaron un retraso de dos horas y ahora, por dos minutos, me tengo que aguantar y esperar 12 horas aquí para el próximo vuelo. 

Ya he escogido la que será mi cama esta noche: duermo al lado de dos chicas y un ejecutivo muy pálido de ojos muy azules. Al menos he podido comer un curry en un pub así que ahora sólo me preocupa si podré dormir e ir a trabajar mañana. Hemos dicho de dormir en turnos de tres horas pero sé que no lo haremos, al menos yo.

He visto amanecer pateando las calles de Londres, de hecho amaneció muy cerca del Bing Bang. Poder ver toda aquella zona por la noche fue increíble. Siempre había ido con luz; al más puro estilo turista. Siempre me ha puesto nerviosa la idea de Londres por la noche, porque vas cambiando de barrios y, sin saberlo, te puedes pegar algún que otro susto o equivocarte de local y, como nos pasó, meternos en uno gay un poco heavy. 

Pero este año lo he hecho, y gracias a eso, he descubierto dos de sus clubs londinenses "Faktory" y "Hidden" un viernes noche sin turistas a la vista. Mis amigos encantados, todo techno,house,hardcore techno y dirty dance. No está mal...un ratito. 

El primer local tenía dos salas: en una, la rubia de las coletas, con look a la "spice deportista" y un top muuuy escotado. Bailaba de manera frenética, era imposible no mirarla. En cinco minutos se estaban masajeando los pechos, en diez, se había subido al podio y desabrochado el sujetador con la camiseta bajada. Nadie miraba, excepto tres de nosotros y vaya cara de pardillos teníamos. No sólo por ella sino también por la gente que pasaba totalmente de ella. Ninguna chica se escandalizaba ni ningún chico miraba mientras le daba codazos al amigo de turno para que también mirara. Anna y yo llegamos a la conclusión de que eso no pasaba en España, no de esa manera y menos sin nadie mirando.

Ahí me salió el lado princesita, hasta que en el lavabo, pude ver unos pies y oír una voz de chico junto con otras de chica esnifando como locos. Fuera, otro le metía una pastillita en la boca a la novia que se aguantaba de pie a durísimas penas.

El segundo local era un poco más "chic": había de todo. Al parecer, los seguidores del hardcore techno son los que llevan esas pintas entre punks/góticos y dark. Una excusa más para llevar esos cortes de pelo y colores tan alucinantes. Nunca he vísto cortes de pelo más modernos y extravagantes ni más clones de los protagonistas de Trainspotting juntos. 

La sala hardcore me ponía nerviosa, había mucho tíos de estética skin sentados en el suelo y tías vestidas de colegialas de internado inglés bailando. El local se quedaba en silencio y a oscuras unos segundos en los que la gente se quedaba quieta, hasta que sonaban esos graves que hacían que te cosquillearan los pies. "Me largo!" - le dije a los chicos. "Aquí no me quedo"-. 

El sector latino/africano/hindú estaba a mi derecha, discretos como siempre pero siendo los más guapos del lugar. Me encantó un hindú con el pelo larguísimo recogido en una sucia coleta. Me recordaba al Kip del Paciente Inlgés. Tenía unos ojos y una piel increíbles.

Más tarde, leíamos en una revista, que el segundo local era recomendado, como uno de los cinco clubs,  para visitar ese día.

Llevábamos casi 24 horas en pie y decidimos salir, o decidí, porque ellos planeaban ir directamente a Candem Market y dormir una siesta ¿En Inglaterra una siesta? Mientras les persuadía echamos a andar, algo perdidos y sabiendo que no había transporte a esas horas. 

Ahí empezó el paseo, fue increíble.  Recordé la primera vez que pisé esas calles y al reconocer "Houses of Parliament" otra respuesta vino a mí, en realidad no creo que cueste tanto hacerme feliz.

La vista era preciosa, sé que me perdía lo verde de la zona pero por la noche era tan diferente. Pude sacar fotos a los sitios sin tener que esperar a que no pasara nadie ya que estaban desiertos. Había mucho tráfico para esas horas, sin embargo no hacía frío, cosa que me sorprendió muy gratamente!

Nos empezamos a mezclar con la gente que íba a trabajar y empezamos a ver como la ciudad se ponía en marcha. Desayunamos café y pancakes con miel en un McDonalds con muebles de Ikea, al lado de una chica japonesa que no paraba de temblar, vestida con ropa muy larga y cara muy triste. Al día siguiente la vimos en la estación, con la misma ropa y los mismos temblores.

Sólo uno de nosotros fue el valiente de ir a Candem, nosotros nos echamos tres horitas, ya eran las nueve de la mañana. Aún no había visto a la madre de mi amigo, sé que estaba triste por mi notícia. El abrazo que nos dimos fue increíble: "-If I've done it you can do it-" me dijo, a lo que siguió "Abrimos una botella de vino??" Miré a su hijo y le dije "Voy a beber vino con tu madre, sólo una copita" y ahí me tienes, las 9'30 de la mañana bebiendo vino blanco con Pat, una jamaicana encantadora que no para de decir "Bless you" cada cinco segundos. A puerta cerrada, en la cocina, le expliqué todo lo que quiso saber y la calmé, prometiéndole que iría con los peques en verano si podía, para que los tuviera en ése jardín.

Me despertó mi madre, como no, a la dos horas de estar durmiendo.

Poco a poco, el resto de família fue llegando. Volví a ver a Sally, Curtis, Bolton y Rachel. Curtis ya me tenía preparado un montón de hip hop y Rnb en mp3, el nuevo de Biggie, recomendación para que me baje un tal Kano (al parecer, está pegando fuerte en Londres y un documental increíble "Soul Deep" (sobre los orígenes de la música negra) ¿Se puede pedir más? En cuanto les dije que Kanye West vienen a Barcelona en Marzo, no dudaron en apuntarse todos para esa semana porque en Londres todas las entradas están agotadas. También vendrán al Sonar si pueden, ¡Me encantan! Cenamos sopa picante, pollo al estilo jamaicano y mucha verdura. Pat estaba encantada de tener tanta gente en casa aunque no conseguía relajarse; había hecho dos tartas enormes y "Pies" de cordero.

Motime - DIY
25 January 2006

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